miércoles, 13 de junio de 2018

La Pureza

En el marco de la enseñanza sobre La Senda de los Justos (Mesilat Tzadikim) y las etapas de la elevación espiritual nos encontramos con la Pureza (Tahará) como cuarto peldaño vital para la transformación del alma y así llegar a ser uno con El Eterno.

El Rav Mordejai Eliahu, en la introducción a su obra “Caminos de Pureza” dice: “la pureza espiritual corresponde únicamente allí en donde existe la posibilidad de santidad”.

Entonces, lo puro es lo que está vinculado con Adonai, lo que permite Su Presencia, en tanto que lo impuro es cuando esa relación se corta, cuando esa Presencia abandona el recipiente que lo contenía.

Hebreos 12:13-14 “y haced sendas derechas para vuestros pies, para que no se disloque lo cojo, sino más bien que sea sanado. Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor”

Salmos 24:1-5 “De IHVH es la tierra y su plenitud, El mundo y los que en él habitan. Porque Él la fundó sobre los mares Y la afirmó sobre las corrientes. ¿Quién subirá al Monte de IHVH? ¿Y quién podrá estar en pie en su lugar santo? El limpio de manos y puro de corazón, El que no ha elevado su alma a cosas vanas, Ni ha jurado con engaño. Éste llevará la bendición de IHVH, Y la justicia del Elohim de su salvación”

La pureza consiste en la rectificación del corazón y de los pensamientos.

El corazón se refiere a: Los sentimientos, Las emociones y Las actitudes. Todo lo que se relacione con el plano sentimental.

El pensamiento se refiere a: Las ideas, Los conceptos, Objetivos, Ideales. Todo aquello que se relacione con la dimensión intelectual de la persona.

La pureza consiste en la rectificación de lo sentimental (expresado en el bien del prójimo) y de los pensamientos (expresado en la honra al Creador).

Mateo 15:18-19 “Pero las cosas que salen de la boca provienen del corazón, y ésas contaminan al hombre. Porque del corazón provienen malos pensamientos, homicidios, adulterios, fornicaciones, robos, falsos testimonios, difamaciones”.

La pureza consiste en que el ser humano no permita que las tendencias naturales (secularismo) sea la carrera que él tome para fijar su propósito de vida.

Todo aquello que el hombre hace para cumplir la voluntad Celestial, es sinónimo de “labor espiritual”. Es decir, en todo lo que hagas en el mundo, tu objetivo debe ser siempre conocer a Adonai y servirlo.

Proverbios 3:5-7 “Confía en IHVH con todo tu corazón, Y no te apoyes en tu propia inteligencia. Reconócelo en todos tus caminos, Y Él enderezará tus sendas. No seas sabio en tu propia opinión. Teme a IHVH, y apártate del mal”.

El camino para desarrollar esta cualidad es relativamente sencillo para quien ya se ha esforzado por alcanzar las cualidades expuestas hasta ahora. Pues cuando uno medita y reflexiona acerca de la bajeza de los placeres de este mundo y los bienes que ofrece, los rechazará y considerará como cosas negativas y deficiencias de la naturaleza material, oscura y burda. Y cuando ya haya llegado a tener la plena convicción de que se trata de deficiencias y cosas malas, ciertamente le será fácil separarse de ellas y eliminarlas de su corazón.

Por ello, cuanto más la persona profundice y desarrolle una conciencia constante acerca de la bajeza del materialismo y sus placeres, más fácil le será purificar sus pensamientos y su corazón para que no se dejen llevar en absoluto por la inclinación negativa en cualquier acto que realice.

Para purificar el pensamiento en actos relacionados con el servicio a Adonai, lo que debe hacerse es meditar mucho acerca de la falsedad y el fraude del honor, (Se refiere a la búsqueda de honor y prestigio por parte de los demás seres humanos).

Por naturaleza, el ser humano espera el reconocimiento y la honra de los demás por los actos buenos que hace, lo que podría llevarlo a actuar bien en aras del aplauso externo y no por el valor intrínseco de los actos buenos que realiza. Por otro lado, Ramjal enfatiza que la búsqueda de honor es engañosa y falsa porque, como él mismo afirma, “a todo aquel que persigue el honor, éste huye de él”

Sólo así podrá limpiarse, a la hora de realizar un acto de servicio al Eterno, de cualquier influencia causada por las alabanzas y la admiración de las demás personas, y su mente se concentrará exclusivamente en su Amo (Adonai), quien es la única razón de alabanza. La gente alaba a individuos excepcionalmente destacados o virtuosos, sin detenerse a pensar que la fuente única de todas sus virtudes es el Creador.

En vez de gozar con el prestigio o las muestras de admiración que recibimos de los demás, debemos huir de ellas, ya que no nos corresponden por derecho propio. Toda alabanza pertenece a Adonai y nadie más.

Salmos 119:140 “Tu palabra es en extremo pura, Y tu siervo la ama. Soy pequeño y despreciado, Pero no he olvidado tus preceptos”.

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