lunes, 11 de junio de 2018

Cuando un Ser querido ya no está

Hace pocos días mi madre murió, después de enfrentar serias dolencias con la fortaleza que la caracterizó toda su vida, finalmente su cuerpo no pudo sostenerla. Es difícil aceptar su partida, pero por encima de ello expresamos nuestro agradecimiento al Todo Poderoso por permitir tener como madre a una gran mujer.

Los que la conocieron saben de esa grandeza, escondida en su voz, en sus consejos, en su entrega, en su “Dios te bendiga hijo…”.  Para los que no la conocieron pueden verla a través de nosotros, sus hijos, gran parte de lo que somos es el legado transmitido y recibido durante 80 y tantos años de vida. Como no estar agradecido de nuestro Creador. Sin embargo, su ausencia duele y mucho.

Un conferencista español, cuyo nombre no recuerdo, dijo algo así: “el dolor duele, pero sufrir es mi elección”. En momentos como este, cuesta separar el dolor del sufrimiento, sin embargo, debemos esforzarnos en hacerlo. Eso no significa olvidarnos de lo que fueron, mejor dicho, de lo que siguen siendo para cada uno de nosotros, mas, todo lo contrario, honrar y extender su memoria es nuestra obligación y esto debemos hacerlo con gozo y satisfacción por encima del dolor y el sufrimiento.

Quiero dejar con ustedes un fragmento editado de un artículo titulado “Aceptar las lágrimas y elegir la alegría” de Naomi Rivka Most, quien cuenta su experiencia:

“No pasa un segundo sin que extrañe a mi esposo, pero cada día trato de enfocarme en elegir la alegría. Cada año tomábamos seriamente el cumpleaños de mi marido, porque nunca estábamos seguros si habría otro más. Era una oportunidad para valorar la bendición de haber compartido juntos otro año. El mes pasado Eric hubiera cumplido 47 años. Cinco meses después de nuestra boda le diagnosticaron linfoma Hodgkin, y durante la mayor parte de nuestros 11 años de casados, estuvo enfermo.
Eric ansiaba vivir otro año, otro día, otra hora. No importaba lo difícil y doloroso que fuera ese día, él siempre estaba feliz de estar vivo, de pasar más tiempo con su familia y esforzarse por aprovechar su tiempo limitado para crecer y hacer más bien en el mundo. 
Eric valoraba cada día y cada respiración. Él apreciaba la luz y el calor que el sol brindaba a través de las ventanas y valoraba las flores que crecían en nuestro jardín. Él apreciaba a su familia, a sus amigos y su trabajo. Le gustaba la música, la comida, los calcetines de colores y sentarse en un lugar cómodo. Valoraba ser capaz de caminar, de comer, de vestirse por sí mismo. 
Hacia el final, ya no podía hacer ninguna de estas cosas. En verdad tampoco podía hablar. Nos comunicábamos principalmente por escrito o con movimientos de las manos y los labios. 
Hay demasiadas cosas que damos por obvias. Damos por obvio el hecho de ver cada día a nuestros seres queridos, tener la oportunidad de decirles que los amamos o darles un abrazo a nuestros hijos. Damos por obvio jugar con un hijo a la pelota, enseñarles a los niños a andar en bicicleta o simplemente compartir con ellos los valores importantes de la vida. Damos por obvio tener cerca a nuestra pareja, simplemente sonreírnos, decirnos cuánto nos amamos y valorar todo lo que el otro hace por uno”.

Después de todas estas experiencias me pregunto ¿Por qué esperar el momento de la partida de quien apreciamos para valorar su compañía y expresarle lo mucho que lo queremos?

Eclesiastes 3:1 "Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo de los cielos tiene su hora".

Estoy seguro que todos tenemos seres queridos, apreciados y valorados por nosotros, ¡están vivos! Hoy es buen tiempo para expresarles nuestro amor y derribar “lo obvio” de la rutina diaria.

No podemos escoger la mayoría de las circunstancias de nuestras vidas, las recibimos porque son nuestros desafíos para crecer. No podemos controlar el resultado (para mí, esta no fue una lección fácil de aprender). Lo que realmente importa son las elecciones que tomamos respecto a cómo vivir con los desafíos que debemos enfrentar. La felicidad es un estado mental; es una elección que podemos tomar cada día.

Shalom y Bendiciones
  
Moréh Iedael A. Mindiola Cordero

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