La Limpieza
En el marco de la enseñanza sobre La Senda de los Justos (Mesilat Tzadikim) y las etapas de la elevación espiritual nos encontramos con la Limpieza (Nekiut) como tercer peldaño vital para la transformación del alma y así llegar a ser uno con El Eterno.
La limpieza espiritual consiste en limpiar todo rasgo negativo de carácter y todo pecado.
Salmos 51:10 “¡Oh Elohim, crea en mí un corazón limpio, Y renueva un espíritu recto dentro de mí!”
El Talmud llama “los limpios de mente en Jerusalem” (Sanhedrín 23a) a quienes limpiaban sus actos tan completamente que no sentían la menor tentación por alguna cosa mala.
Los actos no reflejan lo que está detrás de ellos. Los actos no reflejan las genuinas motivaciones ni cuan limpio esta nuestro interior, esto es lo que diferencia a la Limpieza de las anteriores virtudes que son la Vigilancia y la Diligencia.
El vigilante es aquel individuo que se cuida en sus actos, poniendo atención en no hacer aquello que es pecado. Sin embargo, él todavía no es dueño de sí mismo, puesto que su corazón no deja de sentirse atraído por sus deseos naturales.
La razón de eso es que, aunque él se esfuerza por controlar sus impulsos y subyugar sus deseos, no por ello es capaz de transformar su naturaleza y eliminar de su corazón los deseos materiales, dominándolos de tal modo que, en vez de dejarse arrastrar por ellos, siga el camino de la sabiduría. En última instancia, la oscuridad del materialismo todavía es capaz de seducirlo e incitarlo.
Existen individuos que caen constantemente en la tentación y pecan, mientras otros se cuidan a sí mismo y de este modo poseen la ventaja de hacerle oposición al pecado controlando y dominando sus pasiones.
Sin embargo, controlar las pasiones y deseos no implica todavía una transformación real de la personalidad, puesto que las pasiones son meramente controladas, pero su atrayente sigue estando presente, por eso la Limpieza va más allá de solo controlar las pasiones.
La vigilancia y La diligencia tienen que ver con Hábitos y se constituyen como el Primer nivel de limpieza de los pecados conocidos. Pero cuando Crece el amor y anhelo por su Creador viene el Alejamiento de las cosas materiales y el Apego a la plenitud espiritual, esto es la Limpieza espiritual completa.
El creyente no se siente atraído por lo material, sino por el crecimiento espiritual. Pues ya habrá apagado el fuego del deseo material de su corazón al haber reforzado en su Neshamá el anhelo por lo celestial. En este estado su visión se habrá vuelto fina y clara, de tal modo que no se dejará seducir ni afectar por la oscuridad de este sistema y sus actos serán totalmente limpios.
Salmos 26:6 “Lavaré en inocencia mis manos, Y así andaré en torno a tu altar, oh Adonai”.
El Rey David se refería a adquirir un estado de limpieza y pulcritud mental y espiritual que le permitiera desempeñar adecuadamente su servicio a Adonai.
El desempeño de la labor espiritual, por parte del hijo, para llegar plenamente a adquirir esta virtud es realmente inmensa. Puesto que su carácter negativo es obvio, es relativamente fácil cuidarse de no cometer las transgresiones evidentes y conocidas. Sin embargo, el grado de minuciosidad necesaria para alcanzar la limpieza espiritual es más difícil, puesto que el proceso de racionalización interna encubre el pecado.
La limpieza espiritual requiere la eliminación, no solo de los pecados evidentes para todos, sino actos cuya gravedad es confusa y, por consiguiente, la persona tiene la tendencia a manejarlos con la lógica humana y considerarlos como permitidos, por eso mismo es necesario un grado mayor de minuciosidad y atención para discernir su gravedad.
1 Corintios 6:12 “Todas las cosas me son lícitas, pero no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, pero yo no me dejaré dominar por ninguna de ellas”.
Es cierta la dificultad de adquirir esta virtud, puesto que la naturaleza del ser humano es débil, su corazón se deja seducir con facilidad y tiende a permitirse cosas no deseables las cuales carecen de justificación. Pero el que haya logrado desarrollar esta virtud, habrá llegado a adquirir un nivel espiritual muy alto, pues habrá luchado en una guerra terrible y habrá vencido.
Mateo 5:8 “Bendecidos los de limpio corazón, porque ellos verán al Eterno”.
La limpieza espiritual (Nekiut) es tanto una obligación como una necesidad. El verdadero medio para adquirir la virtud de limpieza espiritual consiste en el estudio constante de los principios de la Toráh sobre asuntos legales y de ética.
Ramjal habla de un conocimiento detallado de los preceptos. Esto implica que lo que directamente conduce a la limpieza espiritual es el cumplimiento preciso y completo de todos los aspectos particulares de los preceptos de la Toráh.
Alcanzar esta cualidad de limpieza espiritual costará un poco de esfuerzo a la persona, pero cada día tiene que hacer un esfuerzo y trabajar para alcanzar esta virtud tan grande y hermosa.
Filipenses 4:8 “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buena reputación; si hay alguna virtud, si hay algo digno de alabanza, en eso pensad”.
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