El Dominio Propio

El dominio propio o disciplina es la capacidad que nos permite controlar a nosotros mismos, nuestras emociones e impide que estas nos controlen a nosotros y, de esta manera posibilita la oportunidad de elegir lo que se debe hacer en cada momento de nuestra vida.

Nosotros somos los actores o hacedores de nuestra vida puesto que de las pequeñas y grandes elecciones depende nuestra existencia; tenemos la importante posibilidad de alinearnos o no con la voluntad del Eterno, a pesar de los acontecimientos externos.

Tener dominio propio se refiere específicamente a fortalecer nuestro Neshamá para sobrepasar los obstáculos que están delante. Nosotros tenemos la capacidad de vivir por nuestras metas, y para hacer los sacrificios necesarios para obtenerlas. La meta final de cada Creyente en el Mesías es hacernos uno con el Padre Eterno. En función de llegar a este fin, debemos someter nuestro ego y nuestros deseos a la inspección minuciosa de la Toráh de Adonai.

2 Timoteo 2:22 “Huye también los deseos juveniles; y sigue la justicia, la fe, la caridad, la paz, con los que invocan al Señor de puro corazón”.

Un milagro ocurre cuando la naturaleza física no sigue su curso. Ante los ojos del Eterno, un milagro es cuando los seres humanos van en contra de su naturaleza. Y eso es exactamente lo que hizo Iosef, él huyó de la esposa de Potifar, fue en contra de su propia naturaleza y realizó un milagro humano. Cuando HaShem ve a una persona superando sus impulsos negativos, los cuales son parte de su naturaleza, lo ve con agrado.

1 Corintios 9:25-27 “Y todo aquel que lucha, ejercita absoluto dominio sobre sus pensamientos sobre todas las cosas que pueden distraerle; ellos a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible. Así que, yo de esta manera corro, no como una carrera ficticia; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que impongo a mi cuerpo estricta disciplina, y lo fuerzo a que sea mi esclavo, no sea que habiéndolo anunciado así a otros, yo mismo venga a ser descalificado”.

Dominio propio también implica saber que estamos haciendo y dejando de hacer, tomando en cuenta que lo importante es hacer lo que debemos y no lo que queremos.

Proverbios 15:32 “El que tiene en poco la disciplina menosprecia su alma; Mas el que escucha la corrección tiene entendimiento”.

Si el amor es el lecho de roca de la expresión humana, la disciplina o el dominio propio es el canal a través del cual expresamos el amor.

La disciplina da dirección y foco a nuestra vida y amor. Como un rayo láser, su potencia radica en el foco y la concentración de la luz en una dirección, en lugar de rayos de luz fragmentados y dispersos en distintas direcciones. La disciplina, concentra y encamina nuestros esfuerzos, nuestro amor, en la dirección apropiada.

Cuando elegimos luchar en contra del sucumbir ante nuestros propios deseos y superamos así nuestras inclinaciones naturales, estamos realizando un verdadero milagro. Cuando enfrentamos los desafíos de la vida, tenemos la oportunidad de elevarnos a través de nuestras elecciones. Los desafíos nos ayudan a elevarnos un paso más allá de nuestra naturaleza.

En la medida en que nos movamos más allá de nuestro estado natural haciéndonos uno con el Eterno, determinaremos cuánto se relacionará El Todopoderoso con nosotros de una forma abierta y milagrosa.

Un milagro se trata de tomar un desafío e ir en contra de nuestra propia naturaleza. Puede que no seamos capaces de partir el mar o de realizar milagros físicos, pero sí podemos realizar nuestros propios milagros personales por medio de superar nuestros impulsos negativos y hacer lo que es correcto.

2 Timoteo 1:6-8 “Por lo cual te recuerdo que avives el fuego del don de Adonai que hay en ti por la imposición de mis manos. Porque no nos ha dado Elohim espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio. Por tanto, no te avergüences del testimonio de nuestro Señor, ni de mí, prisionero suyo, sino participa conmigo en las aflicciones por el evangelio, según el poder de Elohim”