La Verdad
Cuando obramos en función de la verdad como uno de nuestros
valores, nuestros pensamientos, palabras y acciones se unen. Cuando decimos la
verdad, elegimos ser íntegros y como resultado de esa unión, trascendemos a
nosotros mismos y nos reconectamos con Adonai como seres espirituales. Cuando
mentimos se rompe esa unión y caemos en nuestro deseo animal de la comodidad y
la facilidad.
Jacobo 1:17-20 “Toda buena dádiva y todo don perfecto
desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay cambio ni
sombra de variación. Él, porque quiso, nos engendró con la palabra de la verdad
para que seamos primicias de sus criaturas. Sabed, mis amados hermanos: Todo
hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para la ira; porque la ira
del hombre no obra la justicia de Elohim”.
Jacobo 5:12 “Primero que todo, hermanos míos, no juréis
falsamente, ni por el cielo, ni por la tierra, ni con ningún otro tipo de
juramento; pero que vuestro sí sea sí y vuestro no, sea no; para que no caigáis
bajo juicio”.
Salmos 15:1-2 “Oh IHVH, ¿quién habitará en tu Tabernáculo? ¿Quién
morará en tu santo monte? El que anda en integridad y hace justicia, Y habla
verdad en su corazón”.
La verdad limpia y purifica. Penetra en el nivel más profundo
del corazón humano, corta en el hueso, y trabaja desde adentro hacia afuera.
Hebreos 4:12 “Porque la Palabra de Elohim es viva y eficaz, y
más cortante que toda espada de dos filos, y penetra hasta dividir el alma y el
espíritu, y hasta las coyunturas y los tuétanos, y es capaz de discernir los
pensamientos y las intenciones del corazón”.
Juan 17:16-19 “No son del mundo, como Yo no soy del mundo. Santifícalos
en la verdad, tu palabra es verdad. Como me enviaste al mundo, también Yo los
envié al mundo; y por ellos Yo me santifico, para que también ellos sean
santificados en verdad”.
La Verdad, no es amor ni dominio propio, pero puede
integrar a ambas. Se accede a la verdad a través de la abnegación personal:
elevándonos por encima de nuestro ego y predisposiciones, permitiéndonos tomar
conciencia de la Verdad más elevada.
La Verdad nos brinda una visión más clara y objetiva de cada
una de nuestras necesidades y de las de los demás. El desequilibrio o
distorsión entre amor y disciplina resulta de una perspectiva subjetiva, y por
lo tanto limitada. El introducir la Verdad, sin los prejuicios personales, nos
permitirá expresar nuestros sentimientos de la manera más sana.
Filipenses 4:8-9 “Por lo demás, hermanos, todo lo que es
verdadero, todo lo honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo
lo que es de buena reputación; si hay alguna virtud, si hay algo digno de
alabanza, en eso pensad. Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis
en mí, esto haced, y el Elohim de paz estará con vosotros”.
Juan 4:23-24 “Pero viene una hora, y ya ha llegado, cuando
los verdaderos servidores, servirán al Padre con la motivación correcta y según
la Torah, porque a los tales el Padre busca para que le sirvan. Elohim es
espíritu, y los que le sirven, en espíritu y según la Torah deben
servirle".
La verdad tiene un poder transformador de vidas. Convierte,
santifica y fortalece. Ajusta, transforma, y reforma. La verdad renueva
nuestras mentes, aviva nuestros corazones, y Redirecciona nuestros pasos.
La verdad tiene la última palabra en todos los asuntos,
diciéndonos cómo servir y cómo andar. Nos dice cómo ser uno con el Eterno. Es
el árbitro final sobre cualquier tema. Es el juez final de toda vida. Todas las
personas se miden por la verdad. Cada vida es pesada en la balanza de la
verdad. Cada camino está marcado por la verdad. Y así, la verdad tendrá la
última palabra en la vida.
Salmos 119:29-32 “Aparta de mí el camino de la mentira, Y concédeme
el favor de tu Toráh. He escogido el camino de la fidelidad, Me he propuesto
tus ordenanzas, Me he apegado a tus testimonios, ¡Oh IHVH, no permitas que sea
avergonzado! Correré por el camino de tus mandamientos, Porque Tú habrás
ensanchado mi corazón”.
Bendito seas Tú oh Eterno nuestro Elohim, Rey del Universo
que nos diste Tu Toráh, la Toráh de la Verdad, e implantaste en nosotros la
Vida Eterna. Bendito seas, oh Eterno, que nos concediste la Verdad.
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