Relación Padres-Hijos
El tema de
las relaciones interpersonales es bastante complejo y mucho más, cuando se
trata de la familia, particularmente cuando hablamos de la interacción que debe
existir entre los padres y sus hijos. La figura de los padres dentro de la
escritura es vista como la máxima autoridad y en la cual se deposita la
responsabilidad de proveer todo lo necesario a sus hijos para su crecimiento no
solo físico sino también espiritual.
Las
relaciones que se establecen dentro de una familia van a determinar la
personalidad de los hijos. Así, un ambiente familiar conflictivo y con
carencias afectivas puede dar como resultado un hijo con una conducta negativa.
Por el contrario, un entorno lleno de shalom, ayudará al hijo a desarrollarse
con un propósito bien definido y en el marco del temor a HaShem. Por eso, es
importante conocer algunos consejos para ejercer una influencia positiva en los
hijos:
1.- Gánate su
confianza.
El primer y
más efectivo consejo para una influencia positiva en los hijos es ganarse su
confianza. Para ello, es importante demostrarles, ofreciéndoles seguridad y
apoyo en todo momento, que les quieres y respetas. El amor y la confianza que
tu hijo perciba van a constituir la base de esa relación y va a ser, al mismo
tiempo, determinante en su forma de ser. En este sentido, no hay que olvidar
que el reto es conseguir que tus hijos sean personas llenas de shalom.
2.- Imponle
la autoridad correcta.
Ejercer la
autoridad con los hijos no significa necesariamente ser un padre autoritario o
controlador. Sin embargo, la autoridad es una herramienta con la que se influye
necesariamente en los hijos. Así, para poner en marcha una correcta autoridad,
hay que tener en cuenta, en primer lugar, la edad del niño y, en segundo lugar,
tener claro lo que queremos conseguir. Cuando se trata de niños pequeños,
razonar es totalmente imposible. Aunque intentes que tu hijo entienda por qué
está mal meter los dedos en el enchufe, no lo va a entender. En ese caso, lo
más efectivo es intentar ser persuasivo cambiando su foco de atención, teniendo
claro siempre que lo que quieres es que no sufra ningún daño, no que entienda
los efectos de la electricidad.
Sin embargo,
cuando se trata de hijos de más edad, los cuales ya son capaces de razonar y
debatir contigo las decisiones, es posible emplear una educación participativa.
Esto no significa que los hijos decidan lo que está bien y lo que está mal o
que elijan si autoimponerse un castigo o salir impunes de un mal
comportamiento. En realidad, esta educación participativa hace referencia a la
capacidad que tienen los niños para entender las decisiones de sus padres,
opinar al respecto y razonar con ellos, no solo sobre un posible castigo, sino
sobre las causas y consecuencias de su comportamiento. Esta será una manera de
conseguir que tu hijo aprenda a razonar respetando tu autoridad.
3.- Fomenta
su autoestima.
Recurrir al
castigo de forma constante puede hacer que los hijos, acostumbrados a escuchar
muchas críticas y pocos reconocimientos, acaben aprendiendo a observar solo los
aspectos negativos de cada situación. Por el contrario, es necesario que cuando
haya una conversación padre-hijo, se busque siempre el diálogo constructivo (incluso
cuando es para señalarle algo que ha hecho mal), con argumentos y amabilidad
(sin gritos), en el que el niño aprenda algo y sobre todo, encuentre en sus
padres una figura de confianza. En este sentido, será efectivo a la hora de
aumentar su autoestima y su confianza, recalcar sus valores positivos y sus
buenas acciones.
4.-
Conviértete en su modelo a seguir.
Normalmente,
las palabras, gestos o comportamientos empleados por un niño no son fruto de la
casualidad. Aunque no lo parezca, los niños están continuamente atentos a las
palabras y gestos que utilizan las personas de referencia (padres, hermanos
mayores, profesores) y tienden a copiar sus actitudes y conductas. Por eso,
cuando vemos a un niño que dice malas palabras o critica a un compañero, seguramente
sea el resultado de las palabras que escucha en casa o de las críticas que sus
padres hacen, por ejemplo, de sus compañeros de trabajo. Así, ser conscientes
constantemente de lo que se dice y hace, no solo te ayuda a no tener una
influencia negativa en tu hijo sino a aprovechar esa atención para focalizarla
en lo positivo y conseguir en él una buena influencia.
5.- Pasa
tiempo con tu hijo.
Influir
positivamente en los hijos no es posible si no se dispone de tiempo. Los
momentos que se pasan en familia son la única forma de conocerles. Hablar sobre
sus gustos, aficiones, sueños y preocupaciones ayudará a fortalecer los lazos
familiares. Además, dedicar tiempo a los hijos no debe entenderse únicamente en
el sentido exclusivamente material del tiempo.
Es decir que,
no solo importa los segundos, minutos u horas que pases con tu hijo sino la
calidad del tiempo que compartes con él. El objetivo es que tu hijo sepa que en
ese momento lo más importante para ti es él y aquello que quiera compartir
contigo absorberá toda tu atención. Así, el tiempo se convierte en un factor
indispensable para influir en ellos positivamente. Cuando tu tiempo es suyo:
aumentas su confianza, mejoras su autoestima, y, lo que es más importante, en
un futuro también aprenderá a dedicarle tiempo a las cosas realmente
importantes.
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