domingo, 10 de diciembre de 2017

Janucá


Janucá, llamada también la Fiesta de las Luces o Luminarias, es una festividad celebrada durante ocho días, que conmemora la derrota de los helenos y la recuperación de la independencia judía a manos de los macabeos sobre los griegos, y la posterior purificación del Segundo Templo de Jerusalém de los íconos paganos, en el siglo II a. C.

Todo comenzó cuando los Greco-sirios invadieron Judá y tiempo después, dominaron la pequeña nación judía. Desde entonces, el régimen sirio-griego de Antíoco pretendió alejar al pueblo de Israel de la práctica de la cultura celestial revelada en la Torah con la esperanza de asimilarlos a la cultura griega. Antíoco declaró ilegal la observancia de la Torah en al menos las siguientes áreas:

a) Prohibición del Shabat.
b) Prohibición del estudio de la Toráh.
c) Prohibición del Brit Miláh
d) Prohibición de Rosh Jódesh.

El que fuera sorprendido en cualquiera de esas actividades, sería castigado con pena de muerte. Muchos judíos -llamados helenistas- comenzaron a asimilarse a la cultura griega, tomando nombres griegos y casándose con no judíos. Esto comenzó a deteriorar la base de la vida espiritual del pueblo y la práctica de la cultura revelada por Adonai.

Cuando los griegos desafiaron a los judíos y les ordenaron sacrificar un cerdo al dios Zeus, (165) unos pocos judíos valientes tomaron las colinas de Judea en una flagrante revuelta en contra de esta amenaza a la fe. Liderados por el sacerdote Matitiahu, y luego por su hijo Iehudá el Macabeo, este pequeño ejército mal entrenado y sin equipo militar competemente, pero con un enorme corazón, desató un conflicto armado en contra del ejército sirio-griego, siguiendo la táctica que hoy día se conoce como “guerra de guerrillas”. Antíoco envió miles de tropas bien armadas para aplastar la rebelión, pero después de tres años, los Macabeos tuvieron un éxito milagroso en contra de todos los pronósticos, y echaron de su tierra a los extranjeros (163 a.e.c).

Luego de tantas luchas y batallas contra un sistema, un imperio, un ejército, los macabeos siendo poco logran una victoria contra muchos, una victoria tanto en el mundo natural como en el ambiente espiritual. La intervención Celestial no se hizo esperar a favor de su pueblo, el remanente fiel. Este día hubo un milagro, parte central del servicio diario de La Casa del Santuario era el encendido de las brillantes lámparas del Gran Candelabro, La Menorá. Ahora, con el Templo a punto de ser reinaugurado, se dice que sólo se encontró una pequeña tinaja de aceite sagrado y puro, con el sello del Sumo Sacerdote intacto. Bastaba para un único día, y ellos sabían que el especial proceso necesario para preparar más aceite llevaría más de una semana. Se cuenta que, sin dejarse amedrentar, con alegría y gratitud, los Macabeos encendieron las lámparas de la Menorá con la pequeña cantidad de aceite y reinauguraron el servicio de La Casa del Santuario. Milagrosamente, como si fuera una confirmación del poder de su fe, el aceite no se consumió y las llamas brillaron durante ocho días completos.

Al año siguiente nuestros ancianos sabios de aquel entonces proclamaron oficialmente la festividad de Janucá como una celebración a extenderse durante ocho días, como evocación perpetua de esta victoria contra la persecución a la identidad de un pueblo.

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