Relación Esposo/Esposa
Cuando hablamos
de relaciones interpersonales nos referimos a una interacción recíproca entre
dos o más personas. Se trata de relaciones sociales que, como tales, se
encuentran reguladas por las leyes e instituciones de la interacción social.
Entre las más relevantes encontramos:
La relación
Esposo-Esposa.
La relación
Padre-hijo.
La relación
hermano-hermana.
Lo más difícil
en todo ser humano es establecer, conservar y tener un adecuado manejo de las
relaciones interpersonales. Es bastante complejo y, mucho más, cuando se trata
de la familia.
Cada día interactuamos.
Es un proceso que no se detiene. El esposo con su esposa y a su vez, en su
condición de padres con sus hijos. En esa dinámica los gestos y las palabras
son esenciales. Una mala expresión puede provocar profundas heridas.
Tenga presente
siempre que la familia es como un delicado tejido en el que dependemos unos de
otros. Cuando actúan independientemente, surgen las dificultades.
El éxito de una
familia comienza por entender y respetar los roles dentro del hogar comenzando
por el del esposo y la esposa, pues como sea este trato e interacción entre
ambos de esta manera lo proyectaran hasta sus hijos. La familia representa un
diseño celestial cuyos principales responsables de esta construcción son el
esposo y su esposa, y en especial esta última pues la escritura establece que:
"La mujer sabia edifica su casa; Mas la necia con sus manos la
derriba." (Proverbios 14:1) para que esto se dé es vital la existencia de
un varón que entienda su rol como cabeza de hogar y responsable de la provisión
no solo material sino también en lo espiritual.
Cada varón debe
asumir esa posición que le permita recibir de parte del Eterno y por medio de
su Torah la enseñanza y dirección apropiada para conseguir los objetivos
establecidos para su hogar, entendiendo que en muchos puntos de este proceso
surgirán conflictos manifestados en diferencias las cuales dependiendo de cómo
se afronten pueden producir:
-Quejas,
frustraciones.
-Oportunidades
de crecimiento.
En toda
relación de pareja los conflictos serán algo inevitable y hasta cierto punto
necesario, esto se debe a la naturaleza con la que cada uno fue creado. En el
relato de Génesis 2, en el que se le quita al hombre una parte de su anatomía
para crear a la mujer, la idea que se transmite es la de complementariedad. La primera
parte no está completa hasta unirse con la otra.
Varón y hembra
son lo distinto pero complementario. Son por ello como dos piezas de un
rompecabezas que encajan siendo diferentes, contribuyendo, sin embargo, a crear
una totalidad perfecta.
Cada sexo está
capacitado para asumir distintas responsabilidades dentro de un “gran diseño”.
Como hemos
visto anteriormente sería absurdo tratar de negar los conflictos pues en todos
los matrimonios hay discusiones y, casi siempre, la causa de un conflicto puede
ser simple, pero cuando estas discusiones se mezclan con situaciones pasadas da
paso a discordias más profundas.
Esto se conoce
como el principio 90/10: El 10% del problema está en el momento presente,
mientras que el 90% está basado en asociaciones y experiencias del pasado. Esas
medias son el detonador.
Toda relación
tiene sus ciclos negativos y sus puntos delicados en los que los cónyuges se
hieren mutuamente. Muchas veces elegimos inconscientemente el mismo tipo de
relación conflictiva porque nos resulta familiar, pero también porque buscamos
resolver el problema original. Sólo podemos lograrlo al encontrarnos nuevamente
en la misma dificultad y hallar la forma de solucionarla, transformando la
relación que nos lastima en una relación sana. Entonces, ¿cómo se quiebra este
ciclo negativo? He aquí algunas sugerencias:
Trata de
identificar o concientizarte de tu propia debilidad y de su origen. De esta
forma, asumirás la responsabilidad por tu parte del problema y no la pondrás
por completo en tu pareja, aunque la dificultad exista también en la relación.
-Observa de qué
manera tu comportamiento o respuesta alimenta el problema.
-Trata de
alejarte del criterio “quién lo comenzó”. En realidad, no importa quién fue y,
por lo general, es una historia de huevo/gallina.
-Trata de ver
el problema en términos menos globales o radicales (no es todo o nada).
-Trata de
discutir el asunto de una manera menos emocional y acusadora. Intenta ganar
cierta perspectiva sobre el problema, incluyendo tu parte en él en lugar de
atacar a tu pareja.
-Recuerda que
tu pareja tiene su propia realidad emocional, que también es válida incluso si
es diferente a la tuya.
-Puede que no
lleguen a un acuerdo absoluto, pero puedes intentar tener un interés genuino en
la experiencia de tu pareja.
-En lugar de
tratar de tener razón, trata de compartir, escuchar y entender.
Considérense como
dos partes de un todo que pueden complementarse y trabajar en conjunto, en
lugar de que uno de los dos es el ganador y el otro el perdedor.
Que tengamos el
mérito de crecer constantemente en el entendimiento de nosotros mismos y de
nuestras parejas, creando relaciones más cercanas y de esta manera cumplir con
el propósito que el Eterno estableció para nosotros y nuestras familias
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