jueves, 19 de julio de 2018

La Abstinencia

En el marco de la enseñanza sobre La Senda de los Justos (Mesilat Tzadikim) y las etapas de la elevación espiritual nos encontramos con la Abstinencia (Perishut) como quinto peldaño vital para la transformación del alma y así llegar a ser uno con El Eterno.

La Abstinencia es apartarse de cualquier cosa de este mundo que no sea necesaria, que no conviene ni edifica, que le aleja de Adonai y a su vez no le deja crecer.

La Abstinencia se logra por medio de la vigilancia, la diligencia, la limpieza y la pureza.

Cuando hablamos del desarrollo espiritual, nos encontramos con sus niveles y Rabí Moshé J. Shlanger nos habla acerca de 4 niveles del desarrollo espiritual del creyente, y los clasifica así:

Nivel 1. Los Iesharim (Los Rectos): son los que han tomado la decisión de servir a Adonai.

Nivel 2. Los Tzadikim (Los Justos): representan la segunda etapa del servicio a Adonai, desde la vigilancia (Zehirut) hasta la pureza espiritual (Tahará). Esta persona cumple los preceptos ateniéndose a los límites marcados por la Toráh. En otras palabras, es toda persona que cumple con su deber, pero nada más.

Nivel 3. Los Jasidim (Los Devotos): representan la tercera etapa, de la abstinencia (Perishut) hasta el temor al pecado (Irat HaJet). Esta persona Actúa más allá de lo que marca la Toráh. Este nivel es el que está demandando HaShem en esta etapa de la Abstinencia.

Nivel 4. Los Kedoshim (Los Santos): constituye la última etapa del crecimiento espiritual.

Los Sabios resumieron el principio básico de la abstinencia en la siguiente frase: “Santifícate en aquello que te está permitido”.

Es decir, actúa con distanciamiento y separación respecto de todo aquello que está permitido, en vez de sumergirte por completo en el disfrute de ello, aunque esté permitido.

Se refiere a que el individuo se separa y aleja de algo, es decir, se prohíbe a si mismo algo que intrínsecamente está permitido. con el propósito de no llegar a tocar la cosa prohibida misma. Esto se conoce como un Cerco.

Hay 3 niveles de Restricciones:

Nivel 1. Acto prohibido (malo) en sí mismo:

Para esto están Las prohibiciones en sí mismas, estipuladas explícitamente en la Torah. El Ejercicio ideal en esta etapa es la Vigilancia y la Diligencia.
Levíticos 11:4 “Sin embargo, de los que rumian o tienen pezuña hendida, no comeréis éstos: el camello, porque rumia, pero no tiene pezuña hendida, será inmundo para vosotros”
Nivel 2. Acto no prohibido, pero que puede ocasionar algo prohibido:

Para este nivel están las restricciones, decretos y prescripciones protectoras. Un ejemplo de estos decretos son las leyes que estipulan los Rabinos (Halajot). El Ejercicio ideal en esta etapa es la Limpieza y la Pureza.
Génesis 3:3 “Pero del fruto del árbol que está en medio del huerto, ha dicho Elohim: No comáis de él ni lo toquéis, para que no muráis”.
Nivel 3. Acto que conduce a algo no prohibido pero que se convierte en factor que genera algo prohibido:

En este nivel se fijan restricciones personales, con el fin de fijarse normas y límites individuales. Esto significa que debe abandonar las cosas permitidas que no fueron prohibidas a todo el pueblo de Israel y separarse de ellas, para que de ese modo quede muy alejado de cualquier cosa negativa. Este es el nivel del cual quiere hacer referencia la Abstinencia que estamos estudiando.
1 Corintios 10:23 “Todo es lícito, pero no todo conviene todo es lícito, pero no todo edifica”
Podrías preguntar por qué debemos nosotros agregar prohibiciones adicionales. Los Sabios talmúdicos mismos dijeron: “¿No te basta con las prohibiciones que la Torah misma te decretó, sino que todavía quieres prohibirte otras cosas?”

La respuesta a eso es que la abstinencia (de lo permitido) es ciertamente necesaria e incluso obligatoria (para el ser humano).

Los Sabios nos exhortaron a ella cuando explicaron el versículo que dice “Santos (kedoshim) serán” (Levíticos 19:2). La frase completa es: “Santos serán, porque Yo, el Eterno, Elohim de ustedes, soy Santo” en el sentido de “deberán separarse de lo mundano (perushim)”.

La explicación de lo anterior es que, sin lugar a dudas, este asunto implica muchas distinciones fundamentales. Hay un tipo de abstinencia que se nos ha ordenado (en la Toráh) y hay otro el cual es la Abstinencia negativa del cual se nos ha exhortado que no caigamos en ella.

Abstinencia Negativa: Contempla la abstención de aquellas cosas que son necesarias. Se trata de golpear el cuerpo con sufrimientos, Por ejemplo, la flagelación, privarse exageradamente de alimento, pagar promesas por medio de sacrificios.
Proverbios 11:17 “El misericordioso hace bien a su alma, Pero el cruel daña su propia carne”. 
Eclesiastés 7:16 “No seas demasiado justo, ni presumas ser muy sabio; ¿para qué matarse?”
Rambam (Maimonides) también explica este versículo como una crítica al ascetismo y la abstinencia desmedida, por ser contrario a lo que la Toráh pide, que es una vida de balance entre las exigencias espirituales y las necesidades materiales.

Nuestro Maestro Iehoshúa también hizo referencia a este balance entre las exigencias espirituales y las necesidades materiales, cuando dijo:
Mateo 4:4 “Pero Él, respondiendo, dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Adonai”.
Cada individuo debe aprovecharse solo de las cosas que le ofrece el mundo conforme a lo que le sea necesario para: cumplir los mandamientos, cumplir con su llamado y soportar las pruebas.

El objetivo primordial del ser humano no es el mundo en sí mismo, sino su desarrollo espiritual y su apego a Adonai (Devekut), debe utilizar las cosas del mundo solamente como medios para promover su desarrollo personal. El peligro inherente al mundo reside en dejarse llevar por el sentimiento de que el ser humano está en este mundo para disfrutar de él. De ahí la necesidad de una actitud positiva, racional y mesurada de abstinencia como indispensable al crecimiento personal.
1 Tesalonicenses 5:19-22 “No apaguéis al Espíritu. No menospreciéis las profecías, sino examinadlo todo; retened lo bueno. Absteneos de toda especie de mal”.

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