miércoles, 28 de febrero de 2018

Reflexionando en Purim



Purim nos recuerda la intervención de Adonai para librarnos de la opresión y destrucción que planeaban nuestros enemigos. En esta celebración nuestro Padre interviene en los momentos más críticos y transforma una aparente situación de aniquilación total en un banquete de gozo y gratitud.  Es también una ocasión para que muchos que no tienen nuestra fe, ni pactos, ni principios, ni esperanza, puedan ser impactados por nuestras palabras y acciones, y anhelen ser partícipe de esta cultura profética.

Esta Celebración nos ayuda a reflexionar y meditar en la forma como estamos caminando, entendiendo también que, como pueblo, siempre algo viene para destruirnos por nuestro rol profético y por ser parte de una simiente por los méritos del Mesías. Por eso en la escritura se establece que somos un linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Adonai con el propósito de anunciar las virtudes de aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable. Sin embargo, podemos preguntarnos ¿qué tan comprometido estamos con esta condición?

Es verdad que siempre leemos esta cita, pero ¿Qué tanto la experimentamos en nuestras vidas y familia? Deberíamos reflexionar muy bien si en verdad estamos viviendo conforme a la condición que Adonai nos ha impartido como hijos y parte de su linaje santo.

Hay dos Enemigos mortales que nuestro pueblo a lo largo de la Historia se ha tenido que enfrentar:

1. Un Enemigo Externo y explosivo: El Antisemitismo

Éxodo 17:16 “porque dijo: Por cuanto una mano fue alzada al trono del Eterno, IHVH tendrá guerra contra Amalek de generación en generación”.

2. Un Enemigo interno y silente: La Asimilación

Romanos 12:2 “No os adaptéis al mundo, sino sed transformados por la renovación de la mente, para que comprobéis cuál es la voluntad de Adonai: Lo bueno, lo aceptable y lo perfecto”.

Jeremías 10:2 “Así dice IHVH: No aprendáis el camino de las naciones, Ni os turbéis por las señales de los cielos, Aunque los gentiles se turben por ellas”.

Mientras permanecemos quietos en cuanto a nuestra condición espiritual, a nuestra identidad y nos mantenemos a la sombra, en actitudes complacientes con la cultura prevaleciente, no tenemos grandes problemas. Pero una vez que exteriorizamos nuestro compromiso o con el pueblo judío o con el Mesías judío, o especialmente con ambos, nos encontramos con todo tipo de oposiciones, provenientes de diferentes y variados ángulos, incluso de donde menos los esperamos.

En esos días fue un tiempo oscuro. Adonai aparentaba estar ausente, un sentimiento enfatizado por el hecho de que el Nombre de Adonai no aparece ni una sola vez en todo el Libro de Ester.

Sin embargo, el mensaje final de la historia es que la Providencia celestial y la atención de Adonai operan en todo momento y en todo lugar, incluso cuando está completamente oculto, para asegurar la supervivencia y la redención definitiva del pueblo judío.

En Purim festejamos la salvación de nuestro pueblo en su totalidad del exterminio en las manos de los persas bajo el dominio del Rey Ajashverosh (Asuero). Esta celebración es donde afirmamos la identidad y confirmamos los pactos dados por Adonai; por eso en la celebración hay abundancia de alimentos, danza, expectación y gozo. Por supuesto, evitando la falsa enseñanza que hay que beber hasta emborracharse y no saber distinguir entre Mordejai y Hamán.

Esta celebración es una magnífica ocasión para enseñar a nuestros niños las grandes lecciones de nuestra vida santa:

1. Ser una nación separada con un propósito.
2. Tener la fe inquebrantable de nuestros patriarcas y profetas.
3. Tener confianza en el Eterno quien oye la oración y responde a nuestro ruego.
4. Saber cuán importante es el ayuno en días de crisis como una herramienta para abrir nuestra capacidad de fe para ver los milagros de HaShem en nuestras vidas.
5. Guardando el Shalom sabiendo como el Eterno interviene en los momentos más críticos y transforma una aparente situación de aniquilación total en un banquete de gozo y gratitud.

Purim no es solamente un tiempo de celebración para nosotros como pueblo, es también una ocasión para que muchos que no tienen nuestra fe, ni pactos, ni principios, ni esperanza, puedan disfrutarla. Recordemos cuántos medos y persas, al ver las cosas que el Eterno hizo por y en medio de nuestro cautiverio, llegaron a la convicción que el Elohim de Israel era el verdadero Elohim y muchos, muchísimos se convertían de sus malos caminos, abandonaban la idolatría y se hacían prosélitos; de igual forma sucedió en Pesaj. Esto nos enseña que donde quiera que el Eterno mueve su mano con nuestro pueblo, una gran bendición alcanza también al mundo. Esto es así porque somos la nación sacerdotal, somos un reino de reyes y sacerdotes y gente santa con una misión específica: ser luz de HaShem para el mundo.

Por tanto, debemos aprovechar estos días de Purim para reflexionar y meditar que al ser Su pueblo siempre algo viene a destruirnos por nuestro rol profético y al ser parte de una simiente por los méritos de Mashiaj, hemos alcanzado el honor de ser llamados hijos de Adonai, y coherederos de los pactos.

1ª Pedro 2: 9 “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Adonai, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable”

Jag Sameaj Purim

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