Historia de Purim
La historia
de Purim está relatada en el libro de Ester, uno de los más tardados que se
integraron al Tanaj. Todas las otras festividades nos retrotraen al pasado, a
tiempos irrepetibles. Lo que sucede con Purim es que, si bien aparentemente
evoca viejos tiempos, de pronto nos da la sensación de estar viviéndolos hoy
mismo.
Todo
comenzó en la antigua Persia, en el siglo 4 a.e.c. El Santo Templo de Jerusalén
había sido destruido hacía 50 años, y los judíos eran súbditos del poderoso
imperio persa, que se extendía por 127 países. El Rey Asuero celebró con una
gran fiesta que duró 180 días para todos sus súbditos.
En el
séptimo día de esta fiesta, el corazón de Asuero “estaba alegre por el vino”, y
ordenó que su esposa Vasti se presentara ante todos los hombres presentes en la
fiesta, quería mostrarles a todos, su exquisita belleza. Vasti se mostró reacia
al pedido, y ante la sugerencia de su consejero, Asuero ordenó la destitución
de Vasti.
Cuando la
cólera de Asuero se disipó, se sintió sólo sin una esposa. Sus sirvientes le
sugirieron que organizara una selección de “jóvenes vírgenes y de hermosa
apariencia”. Y la joven que hallara favor a los ojos del rey sería la nueva
reina.
El líder de
los judíos en esa época era un residente de Shushan llamado Mordejai. Él tenía
una prima, llamada Hadasa que había quedado huérfana de niña. Mordejai la crió
y la trató como una hija. A pesar que ella no deseaba ser reina, Hadasa fue
llevada a la fuerza al harén del rey, para participar en la selección. Hadasa
tuvo que hacerse llamar Ester para no mostrar que era judía. Mientras las otras
concursantes se embellecían con perfumes y lociones, Ester no hacía nada. Pero
Adonai tenía sus propios planes. Cuando Ester se presentó ante el rey,
inmediatamente él se enamoró de ella, y Ester se convirtió en la nueva Reina de
Persia. Pero por orden de Mordejai, Ester se rehusó a divulgar su nacionalidad,
aun al rey.
Poco
después que Ester se convirtiera en reina, Mordejai oyó a dos de los guardianes
del rey discutiendo un plan para asesinar al rey. Mordejai los denunció, y los
traidores fueron ahorcados.
Entretanto,
Hamán, fue ascendido al cargo de Primer Ministro. Hamán era un enemigo de los
judíos; era descendiente de la antisemita nación de Amalek.
El Rey
emitió un decreto ordenando que todos se inclinaran cada vez que Hamán
aparecía. Cuando Mordejai, se rehusó a inclinarse, Hamán se enfureció. Resolvió
tomar venganza contra todos los judíos, y arrojó suertes para determinar el día
“afortunado” para implementar su plan. La suerte cayó en el decimotercer día
del mes hebreo de Adar. Hamán consiguió el permiso para exterminar a los judíos
y envió proclamas a todas las tierras del rey. La orden con el sello real,
ordenaban que la gente se alzara contra los judíos y los mataran a todos,
hombres, mujeres y niños, el siguiente 13 de Adar.
Mordejai se
enteró del decreto. Envió un mensaje a Ester, pidiéndole que se presentara ante
el rey y le rogara que salvara a su pueblo. Ester le respondió que, de acuerdo
con las leyes, cualquiera que se presentara ante la presencia del rey sin ser
convocado sería condenado a muerte, a menos que el rey le extendiera a esa
persona su cetro de oro. “Y yo” dijo Esther “¡No he sido convocada por el rey
desde hace treinta días!”
Mordejai
envió otro mensaje: “No pienses que escaparás a la suerte de los judíos por
estar en el palacio del rey. Porque si permaneces en silencio en este momento,
el alivio y la salvación vendrán para los judíos de otra fuente, y tú y la casa
de tu padre se perderán. Y quien sabe si no fue para este momento que tú
llegaste a esta posición real”.
Ester
aceptó presentarse ante el rey. Pero le pidió a Mordejai que reuniera a todos
los judíos de Shushan y que ayunaran tres días y tres noches. Y después de este
ayuno. Ester arriesgaría su vida y se presentaría ante el rey.
Mordejai
cumplió con el pedido de Ester. Reunió a los judíos de Shushan, especialmente
los niños, y ayunaron, se arrepintieron y oraron al Elohim de Israel. A los
tres días de ayuno, Ester vistió sus vestimentas reales y entró a la cámara de
Asuero. Inmediatamente el rey extendió su cetro y escuchó de boca de Ester:
“Quisiera invitar al rey y a Hamán a un pequeño banquete que he preparado”
El Rey y
Hamán se unieron a Ester en el brindis. Durante el banquete, el rey preguntó a
Ester si no tenía nada que pedir. “Si” respondió Ester. “Apreciaría que mañana,
nuevamente, el rey y Hamán se unieran a mí para un banquete. Y entonces le diré
al rey mi pedido”.
Hamán
abandonó la fiesta alegre y orgulloso. ¡Qué honor le había sido concedido! Pero
parado a la puerta del rey estaba Mordejai, quien aún se rehusaba a inclinarse
ante Hamán, y Hamán estaba furioso. Entonces le sugirieron que levantara una
horca, y luego fuera al rey y pidiera permiso para ahorcar a Mordejai. Hamán
preparó la horca.
En una
noche de insomnio el rey escucha, en sus crónicas, como Mordejai salvó la vida
del rey, cuando sus dos súbditos acordaron matarlo. “¿Fue recompensado por este
buen acto?” Preguntó Asuero. “No, no lo fue” respondieron los sirvientes.
En ese
momento Hamán entró al patio del rey. ¿Su propósito? ¡Pedir permiso al rey para
ahorcar a Mordejai! Antes que Hamán pronunciara palabra, Asuero se dirigió a
él: “Hamán, en tu opinión, ¿qué se debe hacer a una persona a la que el rey
desea honrar?” Hamán, que estaba seguro que el rey quería honrarlo, respondió:
“Trae las vestimentas reales y un caballo real. Y que uno de los nobles del rey
vista al hombre y lo lleve en el caballo a través de las calles de la ciudad,
proclamando ante él: ¡Así se hace al hombre a quien el rey desea honrar!” “Gran
idea” respondió Asuero. “¡Trae las vestimentas y el caballo y haz eso con
Mordejai, el judío!” Hamán no tuvo otra opción que cumplir. Al día siguiente
fue y honró a Mordejai como el rey había ordenado, e inmediatamente se apuró a
unirse al rey y a Ester para el banquete.
“¿Cuál es
tu pedido?” Preguntó a Ester un curioso rey Asuero en el banquete. “Si he
hallado favor a tus ojos, oh Rey” suplicó Ester “y si place al rey, que mi vida
me sea concedida por mi súplica, y la vida de mi pueblo por mi pedido. ¡Pues mi
pueblo y yo hemos sido vendidos para ser aniquilados, muertos y destruidos!”
Entonces
Ester identificó a Hamán como la malvada persona que deseaba perpetrar esta
atrocidad. El rey se enojó grandemente. Cuando se le informó que Hamán había
construido una horca para Mordejai, ordenó que Hamán fuera ahorcado en esa
misma horca. En ese día las propiedades de Hamán le fueron entregadas a Ester,
y Mordejai fue designado Primer Ministro en lugar de Hamán. Pero Ester estaba
lejos de sentirse satisfecha. Hamán estaba muerto, pero su malvado decreto aún
estaba en vigencia. De acuerdo con la ley persa, una vez que el rey emitía un
decreto, no podía ser rescindido.
Pero el rey
dio a Mordejai y Ester permiso, y ellos, rápidamente escribieron un decreto que
revocaba el edicto de Hamán. El decreto otorgaba a los judíos permiso para
defenderse contra sus enemigos. Y en ese momento, considerando que todos sabían
que la reina y el Primer Ministro eran judíos, ¡nadie evitó que los judíos
hicieran esto!
Y los
judíos de Shushan estuvieron llenos de gozo. ¡Las celebraciones abundaron! El
13 de Adar de ese año, los judíos de todo el Imperio Persa ayunaron y se
movilizaron y mataron a los enemigos que querían matarlos. En Shushan, entre
los muertos estaban los diez hijos de Hamán. Ester pidió al rey permiso para
que los judíos de Shushan tuvieran un día más para destruir a sus enemigos, y
el rey accedió a su deseo.
En ese día,
el 14 de Adar, los judíos de todo el mundo celebraron, y los judíos de Shushan
mataron a más de sus enemigos, y también ahorcaron a los hijos de Hamán.
Mordejai y
Ester establecieron una festividad para conmemorar esos maravillosos eventos.
Los judíos de todo el mundo celebran el 14 de Adar, mientras que los residentes
de ciudades amuralladas, como Shushan, celebran el 15 de Adar. Esta festividad es llamada “Purim” y es la
más alegre del calendario judío.
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